SHCP, satırlar arasında panik

Leila

Global Mod
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El pasado martes, el titular de las finanzas públicas emitió un mensaje televisivo, ello ocurrió en un lastimoso lance que podría intitularse “no me entrevistes, compadre”. A la usanza de los neoliberales, se aposentó en las suntuarias oficinas de la dependencia federal, con la intención de responder cuestionamientos, por cierto, muy descremados, que se le hicieran por quien condujo la transmisión. Al concluir, quedó claro que no debió haberla hecho por varias razones. Primero, porque es evidente que la facilidad para trasmitir ideas técnicas en forma sencilla no es lo suyo. Segundo, porque lo que tenía que decir era mejor callarlo, y, tercero, porque su lenguaje corporal le traicionó constantemente, dejando ver la insoportable incomodidad en la que se encontraba, física, y financieramente hablando.

Para quien no haya tenido directa referencia de quienes lo escucharon en su gira por Europa, tuvieron, con tal entrevista, la oportunidad de entender el por qué lo allá cosechado lejos se encontró de ser lo que se buscaba. En Inglaterra, en donde hace mucho estudiara, los comentarios fueron poco amables, llegando a ser incómodos e indecorosos para quien representa a un gobierno. La desafortunada gira que tuvo lugar tiempo después de la elección federal sólo profundizó las preocupaciones que ya se venían gestando. Es cierto que se trata de una persona discreta, trabajadora, estudiosa y afable, pero lejos está de ser el destacado profesional que se pinta por quienes han creado el mito de que la 4T cuenta con un personaje avezado en cuestiones monetarias, cambiarias y financieras. No, hay que decirlo, el empresariado repite lo que oye, sin detenerse a analizar la trayectoria, la cual, sí, le hace un ideal candidato para la docencia, pero no para llevar las riendas del sector hacendario. A falta de verdaderos expertos en el partido oficial y dadas las características del poco letrado movimiento que nos gobierna, se le escogió para ser el interlocutor, y hasta nuncio, de los mensajes que se querían hacer llegar al tabasqueño, labor que cumplió bien remunerado. Siempre se le reconoció la capacidad de ser escuchado por el tremebundo agitador social, llegando a ser, incluso, exitoso en moderarlo y controlar su desmedida ansia por desandar el camino recorrido por gobiernos anteriores. Pero, la verdad sea dicha, los números y magros resultados hacendarios le pintan de cuerpo completo, y, por más que trató de ser el sólido referente de confianza en los mercados, sólo empeoró las cosas, cubriendo el faltante de prestigio y la falta de hechuras con altas tasas de interés y costosas intervenciones en el mercado cambiario. Cercanos a él supieron encontrar un buen acomodo en el turbio manejo de las finanzas petroleras, por lo que fue él quien propuso la compra de Deer Park, misma que ha paliado la mala decisión de construir una nueva refinería, cuando existe una sobreoferta de tales instalaciones en el mundo, particularmente, en Estados Unidos. La decisión llegó tarde, pues esa facilidad industrial ya comienza a dar muestra de agotamiento, demandando urgentemente modernización, y, por tanto, reclamando inversiones lejos del alcance del Gobierno Federal, por lo que no resulta remoto, ni distante, su cierre por mantenimiento. La historia de la opaca transacción merece un apartado separado, el cual, algún día el lector encontrará en estas páginas. Su permanencia en el puesto -se pensó- podría evitar el deterioro que las finanzas públicas han venido mostrado desde el quinto año del saliente gobierno, pero su llegada y continuidad fueron producto de la evidente falta de un personaje, con la condiciones y cualidades que se requieren para desempeñar el cargo, que pudiera pasar los filtros, fobias y visceral postura de la federación de tribus conocida como Morena. A pocas semanas de la elección resultó claro que no tranquilizaría a los mercados y que tampoco apaciguaría la especulación en contra del peso, por eso, ya ni le cumplieron eso de que podría traer a su equipo. El reloj de su salida hace rato corre. Personajes cercanos a él, de esos que se supone integraría a la SHCP, tuvieron acceso a información confidencial, reservada y delicada acerca de la verdadera profundidad del boquete dejado por el macuspano. Algunos de ellos son vaso comunicante con especialistas en el sector, y hasta con las calificadoras, por eso no sorprende que éstas ya empiecen a dar nota, con relación al riesgo creciente al invertir en el país. La entrevista fue un contundente tiro por la culata, dado que no sólo deja la impresión de una preocupante impericia en la materia, sino que, palmo a palmo, mandó una señal de alerta. Los financieros, incluidos los economistas del sector público, al igual que los jugadores de póker y los aficionados al dominó, desarrollan un sexto sentido, una capacidad para leer a quien tienen enfrente. Los que presenciaron el penoso espectáculo, hoy saben que el presupuesto es una charada, un discurso político entreverado de números, que carece de pies y cabeza, el cual, no es más que una versión actualizada, pero demagógica, del trillado documento que ha venido reflejando un gasto comprometido hasta el cuello de los últimos 30 años. Se advierte que no sólo trae anzuelos como el de la UNAM, cuya finalidad es que sean otros los que desbalanceen el proyecto de presupuesto, aumentando el déficit, sino que, evidentemente, el instrumento es producto de seis años en los que el proceso de revisión de cuenta pública, y su vigilancia, desaparecieron, por lo que, sin recato alguno, el esperpento no guarda un consistente camino origen-destino, siendo inútil el tratar de identificar las fuentes de pago del nuevo endeudamiento público. Simplemente, no las hay. Es ostensible que se ha integrado por piezas inconexas e indefendibles, que fácilmente serán detectadas y amoldadas por quienes en la Cámara de Diputados harán prevalecer lo político sobre la responsabilidad hacendaria. Hacer números o pronósticos del déficit que resultará de esta aventura presupuestaria carece de sentido alguno.

Tras la infortunada presentación que hiciera el nuevo director de Pemex, quien nos recetó las mismas soluciones que ya antes han fracasado, la llegada de esta entrevista deja atrás las luces ámbar, presentando un rojo panorama. El problema ya está aquí, y no hay con qué pagar la cuenta que nos dejó una francachela que se llamó la 4T. No hay quien tome los bártulos a medio arroyo, pero es claro que don Rogelio ya no suma, y, por el contrario, resta. Sólo dará cara a los legisladores en tanto se aprueba el paquete financiero. Pero su margen de maniobra se agotó. Nombres para sucederle ya se oyen por doquier, pero el problema es que los legisladores, ante el problema, sólo ven el río revuelto en el que esperan hacer ganancia. Habrá que desayunar, comer y cenar política, que es lo único barato en México. Los legisladores ven como única solución el hacer más difícil el camino de quienes dan empleo y pagan salarios. Sí, que pongan los de siempre. El cortoplacismo que permite acopiar dinero fácil, mediante esquemas draconianos de recaudación, terminará por dar cuenta del aparato productivo. Será rentable un año, máximo dos, después, por esa puerta falsa, llegará la factura. ____ Nota del editor: Gabriel Reyes es exprocurador fiscal de la Federación. Fue prosecretario de la Junta de Gobierno de Banxico y de la Comisión de Cambios, y miembro de las juntas de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores y de la Comisión Nacional de Seguros y Fianzas. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor. Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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