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Finalmente, el pasado 26 de diciembre se cumplió un nuevo capricho gubernamental: entró en operación la aerolínea de participación estatal mayoritaria denominada Mexicana de Aviación sin que exista claridad sobre los respectivos contratos, y empleando aviones rentados y el logotipo de mediados de la década de los 60 de la extinta Compañía Mexicana de Aviación.
Sin que hasta la primera semana de enero parezca haber tenido gran movimiento de pasajeros, esta aerolínea, al igual que otros proyectos del actual gobierno, carece de planeación, y lo único que seguramente generará es desperdicio de recursos económicos que podrían canalizarse a la salud o la seguridad. Parece que México está regresando a aquellos tiempos en que los gobiernos crearon empresas paraestatales que significaron oportunidad para la corrupción y fracasaron evidenciando que el Estado es pésimo administrador de empresas. Luis Echeverría incorporó al Estado varías industrias en diversos sectores, incluido el de aviación, que sólo generaron un gasto público excesivo, nulos ingresos y, tarde o temprano, la quiebra. Con López Portillo las empresas administradas por el gobierno totalizaron 11,150 en ramas como petróleo, minería, electricidad, telefonía, comunicaciones, ferrocarriles, aviación, química, automotriz, acero, azúcar, bienes de consumo duradero, banca, comercio y diferentes servicios más, incluidos cines. Otros grandes fracasos. Salvo algunas excepciones, prácticamente todas las empresas creadas y administradas por los gobiernos federales han ido a la quiebra o viven hasta que termina el sexenio en que fueron creadas. En el caso de las aerolíneas, el estado mexicano tuvo dos que terminaron en manos privadas y fueron cuestionadas sobre sus beneficios sociales y financieros, dado que, por lo general, fueron subsidiadas a costa de los impuestos de los ciudadanos. Las aerolíneas estatales en el mundo surgieron a mediados del siglo pasado por parte de las potencias de entonces y eran vistas como como una tarjeta de presentación ante el resto del mundo por parte del país correspondiente. En la actualidad ya no son muchas y son casos que, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), conllevan pérdidas tan fuertes que no son atractivas a la coinversión privada y se les destina a generar tráfico nacional o al apoyo de otros proyectos gubernamentales, como ocurrió con la aerolínea estatal de México, en la década de los 70, para generar tráfico a los entonces recién creados desarrollos turísticos del Caribe y el Pacífico (Ixtapa, Los Cabos, Cancún, etc.) Un estudio del Fondo Monetario Internacional (FMI) sobre empresas paraestatales de aviación y turismo deja ver que, independientemente de que puedan generar una imagen positiva fuera del país para desarrollar el sector turístico, su creación y desarrollo requieren de gran liquidez; sin embargo, a final de cuentas, sólo generan pérdidas y, a la postre, subsidio gubernamental o privado. Por ejemplo, según el portal ABC aeronáutico, la aerolínea estatal argentina (100% propiedad gubernamental) “no ha sido precisamente un buen negocio. Tan sólo en 2021, la compañía de capital 100% estatal tuvo pérdidas por 438 millones de dólares”, pero sigue operando con pérdidas aun cuando se estima que el año recién terminado habrá reducido su déficit en 102 millones de dólares.
Joana Bailey, editora en jefe del portal Simple Flying , opina que uno de los problemas de las aerolíneas estatales es “su falta de capacidad para mantenerse al día. Las aerolíneas administradas por gobiernos tienden a tener un producto de mala calidad, una eficiencia operativa deficiente y una actitud indiferente hacia el pasajero”, y agrega que, en la actualidad, es menos atractivo para los países tener sus propias aerolíneas, y que muchos han privatizado lo que alguna vez fueron sus aerolíneas nacionales. Otros expertos en el mundo expresan que mientras las aerolíneas privadas manejan compensaciones motivacionales con base en resultados, las estatales suelen no ofrecer este tipo de beneficios. Asimismo, las primeras se preocupan por invertir en tecnología para ofrecer mejores servicios en tierra y en aire y tienen una visión a largo plazo; en tanto, las segundas tienden a seguir haciendo las cosas del mismo modo y están sujetas a los vaivenes políticos. En general, se considera que las aerolíneas estatales carecen de capacidad para mantenerse al día, generan productos deficientes, tienen poca eficiencia operativa y una actitud indiferente hacia el pasajero y la industria. La aerolínea que recién inició operaciones en México, aunado a lo anterior, lleva el sello característico de las obras del actual régimen, diseñadas por un capricho, sin una planeación, estudios de mercado ni proyecciones financieras, inauguradas sin haber sido probadas ni terminadas, con presupuestos ocultos y con posible corrupción. Generar nuevas empresas sin un real estudio de mercado y sus respectivas corridas financieras sólo lleva a déficit en las finanzas públicas, generación de monopolios, potencial corrupción o mega fraudes (como en el reciente caso Segalmex) y rescates por cuenta de los contribuyentes. La creación de la mencionada aerolínea puede tener la misma suerte que las creadas hace 50 años: el fracaso a un alto costo financiero. _____ Nota del editor: Mario Maraboto Moreno es Licenciado en Periodismo por la UNAM. Investigador Asociado en la Universidad de Carolina del Norte. Autor del libro “Periodismo y Negocios. Cómo vincular empresas con periodistas”. Consultor en Comunicación, Relaciones Públicas y situaciones especiales/crisis desde 1991. Escríbele a su correo [email protected] y síguelo en Twitter . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor. Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión
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Finalmente, el pasado 26 de diciembre se cumplió un nuevo capricho gubernamental: entró en operación la aerolínea de participación estatal mayoritaria denominada Mexicana de Aviación sin que exista claridad sobre los respectivos contratos, y empleando aviones rentados y el logotipo de mediados de la década de los 60 de la extinta Compañía Mexicana de Aviación.
Sin que hasta la primera semana de enero parezca haber tenido gran movimiento de pasajeros, esta aerolínea, al igual que otros proyectos del actual gobierno, carece de planeación, y lo único que seguramente generará es desperdicio de recursos económicos que podrían canalizarse a la salud o la seguridad. Parece que México está regresando a aquellos tiempos en que los gobiernos crearon empresas paraestatales que significaron oportunidad para la corrupción y fracasaron evidenciando que el Estado es pésimo administrador de empresas. Luis Echeverría incorporó al Estado varías industrias en diversos sectores, incluido el de aviación, que sólo generaron un gasto público excesivo, nulos ingresos y, tarde o temprano, la quiebra. Con López Portillo las empresas administradas por el gobierno totalizaron 11,150 en ramas como petróleo, minería, electricidad, telefonía, comunicaciones, ferrocarriles, aviación, química, automotriz, acero, azúcar, bienes de consumo duradero, banca, comercio y diferentes servicios más, incluidos cines. Otros grandes fracasos. Salvo algunas excepciones, prácticamente todas las empresas creadas y administradas por los gobiernos federales han ido a la quiebra o viven hasta que termina el sexenio en que fueron creadas. En el caso de las aerolíneas, el estado mexicano tuvo dos que terminaron en manos privadas y fueron cuestionadas sobre sus beneficios sociales y financieros, dado que, por lo general, fueron subsidiadas a costa de los impuestos de los ciudadanos. Las aerolíneas estatales en el mundo surgieron a mediados del siglo pasado por parte de las potencias de entonces y eran vistas como como una tarjeta de presentación ante el resto del mundo por parte del país correspondiente. En la actualidad ya no son muchas y son casos que, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), conllevan pérdidas tan fuertes que no son atractivas a la coinversión privada y se les destina a generar tráfico nacional o al apoyo de otros proyectos gubernamentales, como ocurrió con la aerolínea estatal de México, en la década de los 70, para generar tráfico a los entonces recién creados desarrollos turísticos del Caribe y el Pacífico (Ixtapa, Los Cabos, Cancún, etc.) Un estudio del Fondo Monetario Internacional (FMI) sobre empresas paraestatales de aviación y turismo deja ver que, independientemente de que puedan generar una imagen positiva fuera del país para desarrollar el sector turístico, su creación y desarrollo requieren de gran liquidez; sin embargo, a final de cuentas, sólo generan pérdidas y, a la postre, subsidio gubernamental o privado. Por ejemplo, según el portal ABC aeronáutico, la aerolínea estatal argentina (100% propiedad gubernamental) “no ha sido precisamente un buen negocio. Tan sólo en 2021, la compañía de capital 100% estatal tuvo pérdidas por 438 millones de dólares”, pero sigue operando con pérdidas aun cuando se estima que el año recién terminado habrá reducido su déficit en 102 millones de dólares.
Joana Bailey, editora en jefe del portal Simple Flying , opina que uno de los problemas de las aerolíneas estatales es “su falta de capacidad para mantenerse al día. Las aerolíneas administradas por gobiernos tienden a tener un producto de mala calidad, una eficiencia operativa deficiente y una actitud indiferente hacia el pasajero”, y agrega que, en la actualidad, es menos atractivo para los países tener sus propias aerolíneas, y que muchos han privatizado lo que alguna vez fueron sus aerolíneas nacionales. Otros expertos en el mundo expresan que mientras las aerolíneas privadas manejan compensaciones motivacionales con base en resultados, las estatales suelen no ofrecer este tipo de beneficios. Asimismo, las primeras se preocupan por invertir en tecnología para ofrecer mejores servicios en tierra y en aire y tienen una visión a largo plazo; en tanto, las segundas tienden a seguir haciendo las cosas del mismo modo y están sujetas a los vaivenes políticos. En general, se considera que las aerolíneas estatales carecen de capacidad para mantenerse al día, generan productos deficientes, tienen poca eficiencia operativa y una actitud indiferente hacia el pasajero y la industria. La aerolínea que recién inició operaciones en México, aunado a lo anterior, lleva el sello característico de las obras del actual régimen, diseñadas por un capricho, sin una planeación, estudios de mercado ni proyecciones financieras, inauguradas sin haber sido probadas ni terminadas, con presupuestos ocultos y con posible corrupción. Generar nuevas empresas sin un real estudio de mercado y sus respectivas corridas financieras sólo lleva a déficit en las finanzas públicas, generación de monopolios, potencial corrupción o mega fraudes (como en el reciente caso Segalmex) y rescates por cuenta de los contribuyentes. La creación de la mencionada aerolínea puede tener la misma suerte que las creadas hace 50 años: el fracaso a un alto costo financiero. _____ Nota del editor: Mario Maraboto Moreno es Licenciado en Periodismo por la UNAM. Investigador Asociado en la Universidad de Carolina del Norte. Autor del libro “Periodismo y Negocios. Cómo vincular empresas con periodistas”. Consultor en Comunicación, Relaciones Públicas y situaciones especiales/crisis desde 1991. Escríbele a su correo [email protected] y síguelo en Twitter . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor. Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión
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